Actualmente, se denomina Adicción Sexual a un patrón de comportamiento sexual, persistente, repetitivo y en aumento progresivo, que se lleva a cabo con independencia de las consecuencias negativas hacia el propio sujeto o hacia los demás. Estas consecuencias pueden ser laborales, familiares, salud, económicas, sociales…
Las personas con este tipo de desorden sexual buscan en el sexo los mismos efectos psicológicos (y fisiológicos) que puede producirles un narcótico. Una vez que se termina la actividad sexual, también se pasan los efectos de la “droga” y el individuo vuelve a sentir las mismas emociones (ansiedad, angustia, inquietud, inseguridad, culpabilidad…) que sentía antes activar y desarrollar la conducta sexual.
El factor “calmante” que el sexo puede tener sobre los estados de ansiedad, tristeza, frustración etc., lleva a la búsqueda constante de esta actividad. Cuanto más se practica el sexo, mayor es la habituación y menor es el efecto calmante, por lo que cada vez se requiere de mayor frecuencia o intensidad, llevando al individuo a estados de ansiedad cada vez más intensos y con periodos más breves de tranquilidad.
Los estados depresivos están muy presentes en este tipo de desordenes sexuales, ya que el individuo no logra solucionar las causas de su ansiedad sino que las agudiza, agravándolas con sentimientos de vergüenza, culpa, falta de confianza en si mismo, falta de autoestima, tristeza, miedo a los problemas familiares, etc.
En realidad, se pueden diferenciar las adicciones químicas (tabaco, drogas, alcohol, medicación) y las no químicas (uso del móvil, internet, juegos de azar…), sin embargo, algunos de los efectos y causas son muy similares.
Síntomas de la Adicción Sexual
Algunos autores (Schneider), señalan tres indicadores para identificar la adicción sexual: Compulsividad, Persistencia a pesar de las consecuencias y Obsesión. Según Patric Carnes, no basta que exista una parafilia, una trasgresión o una conducta delictiva para que podamos hablar de adicción sexual (por ejemplo una violación no sería síntoma de adicción sexual). Es necesario que exista una cierta compulsión, reiteración y progresión.
Algunos de los síntomas serían: impulsos irresistibles; deseo persistente no controlado;dedicación excesiva; preocupación asociada; irresponsabilidad; irrealismo; aumento progresivo de la actividad; deterioro de la vida social; estrés, irritabilidad, ansiedad, cansancio...
La adicción sexual se puede expresar a través de cualquiera de las siguientes actividades: Masturbación obsesiva; uso compulsivo de pornografía; Múltiples parejas; Cosificación sexual de las parejas; Contactos sexuales simultáneos ; Sexo por internet; Sexo por teléfono; Actividad sexual de riesgo; Tiendas de sexo; Prostitución; SMS…
Consecuencias de la Adicción Sexual
Algunas de las posibles consecuencias que pueden derivar de la adicción sexual son:
Emocionales: Ansiedad, estrés excesivo, miedo a ser descubiertos, preocupación, ensimismamiento. En los casos en los que los valores personales y las creencias entran en conflicto con las conductas sexuales, también sienten culpa y vergüenza. Desánimo, fatiga, depresión. Soledad, resentimiento.
Físicas: Enfermedades genitales, cáncer de cérvix, HIV/AIDS, herpes…
Sociales: Distanciamiento emocional de los vínculos sociales y afectivos, pérdida de amistades, problemas familiares y de pareja Legales: Trasgresión de la ley (violación sexual; llamadas obscenas, exhibicionismo, voyeurismo, prostitución, incesto, agresión sexual…)
Profesionales o Académicos: Bajo rendimiento en el trabajo o la actividad; Pérdida del estatus profesional o del trabajo; Abandono de objetivos; Pérdida de interés Económicas: Costos excesivos en prostitución, cibersexo, llamadas telefónicas, vídeos…etc.
El National Council of Sexual Addiction (NCSA) estima que un 40% de las personas con este tipo de problema pierde a su pareja; el 72% tiene ideas obsesivas sobre el suicidio (el 17% ha intentando quitarse la vida); un 40% sufre embarazos no deseados y un 36% aborta; un 27% tiene problemas de carácter laboral y un 68% corre el riesgo de contraer el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.
La relación entre las adicciones y la vida social y cultural
Además de causas de tipo biológico (tumores, neurotransmisión…), la mayor parte de los terapeutas estiman que este tipo de problemas se debe a fenómenos de carácter psico-social tales como la falta de seguridad afectiva o ciertos desajustes en la identidad sexual.
En una sociedad con una oferta de “servicios” y actividades sexuales tan intensa y de tan fácil acceso, es comprensible que las personas con ciertos rasgos asociados a las conductas adictivas se orienten también hacia una actividad sexual adictiva.
Entre los factores que aparecen vinculados a las prácticas adictivas se encuentran los de carácter social y psicológico. En términos generales las personas con conductas adictivas tienen ciertos déficits de autoestima, tienen dificultades para superar las contrariedades, tienen problemas para posponer la gratificación… en definitiva tienen un alto grado de inmadurez emocional.
La actividad sexual puede ser un medio rápido (masturbación), fácil (pornografía) y gratificante (orgasmo) para lograr reducir esos rasgos sin necesidad de hacer mucho esfuerzo. La inmadurez persiste y el problema se prolonga.
En la actualidad, hay varios fenómenos culturales que agrava esta situación. Están presentes en las sociedades occidentales y en algunas orientales que han importado ciertos rasgos culturales de este estilo de vida volcado en el consumo, la economía, el trabajo, la imagen…
La escasa atención y dedicación que los padres/madres prestan a una sana educación emocional y psicológica de los niños y los adolescentes. La falta de tiempo, las múltiples responsabilidades y tareas, el cansancio, el estrés y las dificultades de la vida diaria, tienen como consecuencia que las familias deleguen en la escuela gran parte de la educación de sus hijos. Los resultados, entre otros, son un déficit de maduración por parte de los jóvenes. Esta inmadurez y ausencia de autoestima puede revertir en la edad adulta en comportamientos compulsivos.
En algunos casos por estar plenamente integrados en la sociedad de consumo, y en otros por la misma razón anterior, los padres se sienten culpables y “en deuda”, comportándose de modo irracional y caótico con los horarios, juegos, premios o regalos que hacen a los hijos, saturándoles, en muchos casos, de caprichos; impidiendo la construcción de unos límites sanos que ayuden a los hijos a desarrollar el autocontrol y la aceptación de la frustración.
Los déficits en la socialización adecuada pueden llevar a que las personas tengan dificultades para relacionarse de modo eficaz y sano, lo que puede conducirles al uso de medios indirectos de comunicación y contacto (internet, móvil, teléfono) sin compromiso y absolutamente insatisfactorio, lo que a la larga les genera malestar, ansiedad y compulsión ante la búsqueda de nuevos placeres…
Terapias para la Adicción Sexual
Las terapias más eficaces consisten en una combinación de terapia Racional-Emotiva y Terapia Conductual. En este tipo de terapias se trabaja la raíz del problema, centrándolo en el presente, actuando sobre los mecanismos actuales que estimulan o impulsan al individuo a este tipo de conductas. Se trata de sustituir sistemas cognitivos y emocionales deficitarios que provocan el malestar de la persona. Estas terapias tienen como objetivo fortalecer los mecanismos de adaptación del individuo a una vida equilibrada, sana, responsable y satisfactoria. Se trabaja los mecanismos de la ansiedad, la autoestima, el autocontrol, los procesos de gratificación… etc. Todo ello se realiza en un plano emocional, racional y conductual.
Por otra parte, dependiendo del grado de adicción, puede ser conveniente la prescripción de antidepresivos pero no se recomienda este tipo de intervención si la persona no muestra síntomas depresivos prolongados.