La gran parte de los problemas sexuales actuales no necesitan medicación, requieren de un diagnóstico y un tratamiento adecuados.
Una medicación que no haya considerado previamente un tratamiento terapeútico, puede llevarnos a que el organismo se habitúe a la medicación y no genere sus propios mecanismos de elaboración: hormonas, neurotransmisores, sintetizadores... La medicación puede esconder la raíz del problema y cronificarlo.
Por orden de aplicación, en la mayoría de los problemas es recomendable primero la terapia, después la medicación y por último la intervención quirúrgica, si existe.
Estoy en contra del abuso de medicación y de la medicalización de las dificultades. La gran mayoría de nuestras dificultades se pueden resolver sin medicación, aportando soluciones definitivas, evitando efectos secundarios negativos y mejorando nuestra autoestima y calidad de vida.
Por ejemplo: puedo padecer disfunción de la erección y creer que se debe a un déficit vascular. Sin embargo, una evaluación rigurosa nos puede demostrar (y así es en la mayoría de los casos de personas jóvenes entre los 20 y los 60 años) que se trata de un déficit de erotización o bien de una activación involuntariamente inducida del sistema simpático.
Otro ejemplo sería la eyaculación involuntaria. Si no trato la raíz del problema y solo provoco reacciones fisiológicas a través de los fármacos, estaré enquistando mi verdadero problema.
Lo mismo puede suceder con la falta de deseo sexual. No servirá de mucho si a base de pastillas activo la libido, mientras persiste la causa psicológica-emocional que origina mi bajo deseo sexual.
Para superar estos problemas necesitamos terapia pero en la mayoría de los casos no necesitamos medicación.
Por supuesto, sabemos que hay casos en los que la situación de crísis hace recomendable la utilización inicial de medicación. Si hay personas que necesiten medicación, las derivo al especialista correspondiente.
No estoy en contra de la medicación. Estoy a favor de solucionar el problema de la forma más sólida y eficaz. La ingesta de medicación, si no es imprescindible, solo estará escondiendo los síntomas y el problema. Estoy a favor de superar nuestros problemas y fortalecer nuestros propios mecanismos (endógenos) de salud y de bienestar.
Sabemos qué conductas sanas generan hábitos sanos y cómo estos tienen efectos muy beneficiosos en el organismo. Por ejemplo, el deporte genera endorfinas, libera toxinas, elimina grasas, mejora el equilibrio hormonal del cuerpo, favorece el deseo sexual, mejora la irrigación sanguinia oxigenando mucho mejor nuestro cerebro y el resto del cuerpo... y un larguísimo etcétera. Estos hábitos contribuyen de una forma muy notable al correcto funcionamiento del cerebro.
La terapia, al igual que el deporte, es un entrenamiento. Un entrenamiento en hábitos (cognitivos, emocionales y conductuales) saludables que contribuirán a nuestro bienestar psíquico y sexual.
©Lola Salinas