Zona genital en la mujer
La zona genital de la mujer ha sido y sigue siendo desconocida en gran parte. Muchas personas, hombres y mujeres, conciben que los genitales de la mujer se reducen a la vagina. Incluso en las clases de anatomía y sexualidad de numerosas escuelas es a éste al órgano que más importancia se le da por ser el que cumple las funciones reproductoras.
El área genital femenina es una amplia zona que se extiende por debajo del vientre hasta el ano y que se interna, hundiendo sus raíces alrededor del hueso púbico, la vejiga y el recto.
La zona genital de la mujer tiene partes externas e internas. Es una extensión muy diversa y con gran variedad de respuesta al estímulo. Todas la zona genital tiene un alto potencial erótico. Pero cada uno de sus órganos difiere en sensibilidad y tipo de estímulo al que responde, así como el placer que produce. Es una zona con una sensibilidad al tacto muy elevada. Tiene una gran capacidad de erogenización, por lo que la fantasía, o una situación erotizada pueden provocar su sensibilización. Está formada por muchos vasos capilares que se dilatan con el aporte del riego sanguíneo, provocando su hinchazón y aspecto más bulboso y turgente. Organos concretos como el clítoris disponen de muchas terminaciones nerviosas que ante un ligero estímulo responden con la erección.
Pero no olvidemos algo importantísimo, SIN DESEO sexual, sin erotización, la mujer lejos de sentir placer, siente irritación y rechazo. No es recomendable acariciar los genitales de una mujer, si ella misma no ha dado claras señales de querer ser acariciada.
Genitales externos
El Monte de Venus
Puede considerarse como el acceso a la zona genital, es el límite superior del área genital femenina. Es una zona por donde a un nivel relativamente superficial atraviesan muchos de los vasos sanguíneos e enervaciones que riegan e enervan los propios genitales, y muy concretamente el clítoris, y donde se sienten las primeras pulsiones y sensaciones de calidez y placer en el proceso de erogenización y excitación.
El Monte de Venus es una zona generalmente cubierta de un vello rizado y suave que va desde el bajo vientre hasta la comisura de los labios mayores, donde empieza la vulva. Está formado de un tejido graso y sensible a los estrógenos, por lo que se desarrolla mucho durante la pubertad, adquiriendo esa característica de tejido mullido que cubre el hueso púbico como una almohadilla. Al desarrollarse el Monte de Venus, empuja a los labios mayores hacia atrás, por lo que pasan a estar más ocultos a la vista cuando la mujer alcanza una edad adulta. No obstante, depende de la grasa corporal de cada mujer el que el Monte de Venus sea mayor o menor y los labios estén más a la vista. Es en ésta etapa cuando los labios mayores
El Monte de Venus es una zona con gran potencial erótico y erógeno. En ocasiones algunas mujeres llegan al orgasmo sólo con la estimulación por masaje de esta zona. La correcta presión de esta zona o el masaje con las manos, el juego de sutiles mordisquitos y las caricias, antes de estimular otras partes de los genitales, produce una sensación muy erótica e induce muy placenteramente al deseo y la excitación. Su estimulación durante el coito o junto con la estimulación oral o manual del resto de los genitales, intensifica el placer y facilita la dilatación y secreción del flujo vaginal. Algunas mujeres depiladas en esta zona manifiestan una mayor facilidad para sentir la estimulación al estar en contacto directo con la piel.
Debido a la enervación y aporte sanguíneo durante las fases de excitación, meseta y orgasmo muchas mujeres sienten cómo en ésta zona se inicia una especie de "inundación cálida" que debe corresponderse con el aporte brusco y abundante de riego sanguíneo que produce la erección del clítoris, de los bulbos cavernosos y que anticipa la fase orgasmica.
La Vulva
Descendiendo hacia el espacio que desaparece entre los muslos se encuentra la vulva que es el conjunto formado por: labios mayores, labios menores, clítoris, orificio vagina y hendidura vulvar. También se haya cubierta de vello y ofrece un aspecto delicado y reservado por su apariencia, su tonalidad y por hallarse semi oculto entre los dos muslos y contener en su interior la entrada al lugar más íntimo, húmedo y cálido de una mujer.
El aspecto exterior de la vulva varía en distintas etapas del desarrollo de una mujer. Desde el nacimiento, pasando por la adolescencia, la etapa adulta, los embarazos y la menopausia, hay una serie de cambios de tamaño, color y hormonación que harán variar su aspecto. Los más notables son durante la adolescencia y el embarazo y parto. Por otra parte, la frecuencia de la estimulación y las relaciones sexuales pueden hacer aumentar algo el tamaño debido a una mayor exposición al aporte sanguíneo y a su abultamiento.
Los labios mayores
son dos repliegues carnosos y abultados que forman la parte externa de la vulva, recorriendo la ingle desde el Monte de Venus hasta la horquilla o zona que cierra los labios antes del perineo, justo donde empieza la ligera depresión de la fosa navicular. Sirven para cubrir y proteger del contacto exterior directo la parte más delicada: el clítoris, el meato urinario y el vestíbulo de la vagina. Al abrirse a ambos lados de la vulva dejan estos órganos al descubierto. Los labios mayores son más abultados en personas con más grasa y más finos en personas más delgadas. El tamaño y el color varían mucho entre personas, no habiendo un canon definido.
La piel exterior de los labios mayores es sensible al tacto y la presión, y tiene una gran capacidad para entumecerse, agrandar su tamaño y adoptar una coloración más rosada y oscura durante la excitación. La parte interior, también sensible al estímulo manual u oral, tiene glándulas que producen una sustancia grasa y sudor que le dan un aspecto más brillante, una especie de lubricación muy sutil que mantiene la vulva sana. Con la estimulación adecuada y la tumefacción, la sensibilidad aumenta, hasta el momento del clímax. Después del orgasmo, toda la zona vulvar perderá por unos segundos o incluso algún minuto la sensibilización tan intensa que había alcanzado, siendo necesario un pequeño descanso para lograr que recupere ese tono de erogenidad.
Los Labios Menores son un tejido eréctil y son suaves al tacto. Está formado por células productoras de aceite, responsables de su aspecto brillante y su color más oscuro. Su forma se ha descrito muchas veces como dos pétalos de una flor, de hecho se les llama Ninfas porque su forma es lobulada y se adaptan plegándose delicadamente sobre la entrada a la vagina. Al apartarlos se abre ante nuestra vista el clítoris, protegido por el prepucio; el meato urinario e inmediatamente seguido el vestíbulo de la vagina.
El tamaño, forma y color de los labios menores es muy variado de mujer a mujer, no hay un canon de belleza al respecto y cada forma tiene un encanto y un atractivo, siendo todos ellos delicados y sensibles, tanto al placer como al dolor. El mejor estímulo en las zonas más sensibles es aquel más suave, el más continuo, el más variado y el más atento a las reacciones.
El clítoris
El clítoris es el órgano genital femenino cuya única función es procurar placer sexual a la mujer. Consta de las mismas estructuras y tejidos que el pene y la diferencia con éste estriba en que la uretra no pasa por él y por lo tanto la eyaculación tampoco. En la mujer la eyaculación se produce a través del meato urinario situado inmediatamente antes de la entrada a la vagina.
El clítoris está formado por dos estructuras continuas y diferenciadas. Una zona externa que es el prepucio o capuchón y el glande clitoridiano. que nos queda al descubierto cuando retiramos la piel que forma el prepucio. Una segunda estructura que es el cuerpo del clítoris o las raíces que se extiende internamente hasta el pubis. Algunos autores también incluyen como parte de la estructura clitoridiana la musculatura conocida como los Bulbos Vestibulares que unidos a la estructura del clítoris bajan a lo largo de los dos lados de la vulva, debajo de los labios menores, hasta rodear y abrazar la vagina.
El glande del clítoris es un órgano sexual extremadamente sensible, erógeno y con gran capacidad eréctil. Está formado por tantas terminaciones nerviosas como el glande del pene, sólo que en una superficie mucho menor, de ahí su gran sensibilidad a la estimulación. También está constituida por numerosos vasos sanguíneos que al contacto y estimulación provocan su hinchazón y erección casi de forma inmediata. La dilatación y tumefacción se produce tanto en el glande, que adquiere una apariencia más saliente, tersa y brillante, cómo en la zona interior, a la que también podemos acceder presionando y estimulando a lo largo de los labios mayores y el Monte de Venus. Un indicio de que no estimulamos correctamente lo podemos tener en que la mujer tiene una especie de minúsculos espasmos o sacudidas de tensión, sin que tenga orgasmo. Estas minúsculas pero perceptibles descargas significan una presión excesiva o una irritación nerviosa demasiado alta.
El cuerpo del clítoris tiene una extensión de aproximadamente unos 3 a 5 centímetros y está adosada al glande, sus raíces se extienden hacia el hueso del pubis en una longitud de unos 4 a 5 centímetros y lo rodea, separándose y formando una uve invertida. Está formado por dos cilindros de tejido esponjoso formado por cuerpos cavernosos que se hinchan con el aporte del flujo sanguíneo. El tejido que los rodea les une en sus lados contiguos y parece que forman un solo tejido eréctil, cuando en realidad son dos. Puede llegar a palparse de forma más clara cuando está en erección.
Los bulbos del clítoris o bulbos vestibulares tienen la misma estructura esponjosa y de tejido vasodilatador que el cuerpo del clítoris. Se produce su tumefacción por la estimulación de la zona y la excitación, pudiéndose notar su abultamiento durante el coito. Parece que una de las funciones es preparar a la vagina para la penetración.
El Meato urinario es una estructura de un centímetro aproximado de tamaño por la que se accede a la uretra. A través de su apertura se produce la micción y la eyaculación de la mujer, debida a la descarga de las glándulas parauretrales. Tiene muchas terminaciones nerviosas y es muy sensible a la estimulación e irritación. Algunas mujeres sienten placer sexual con su estimulación. La glándula parauretral o punto "G" puede ser estimulado a través de las paredes de la vagina.
La entrada vaginal es la estructura flexible y rodeada de musculatura que facilita el acceso a la vagina. Este orificio se conoce con el nombre de introito. El acceso a la vagina inicialmente está obstruido por el himen, que son restos de un tejido muy fino que queda durante el desarrollo del feto. El himen varía de tamaño e incluso puede no llegar a rasgarse debido a su flexibilidad, o puede rasgarse sin necesidad de penetración, con ocasión de ejercicios de gimnasia, masturbación o la utilización de tampones.
Cuando las glándulas de Bartholin, situadas alrededor del orificio de la vagina, son estimuladas producen un flujo de color blanquecino que lubrica entrada a la vagina, facilitando la penetración y el coito. De la vagina, es en esta zona donde más sensibilidad se tiene por estar dotada de terminaciones nerviosas. Es, junto con el primer tercio, la zona de la vagina que más participa del placer físico que produce la penetración. La zona que está tras la entrada a la vagina, al final de los labios mayores se llama horquilla vulvar.
La entrada a la vagina es de una gran flexibilidad, pero requiere de adaptación. Flexible no quiere decir laxo, la entrada a la vagina tiene musculatura que se contrae y expande, y puede llegar a impedir el acceso y la penetración si se tiene temor a sufrir algún daño y al dolor. Estos músculos pueden ser controlados por la mujer, que aprende a relajarlos y contraerlos, siendo un ejercicio muy beneficioso para intensificar las sensaciones durante el orgasmo. Para realizar una penetración adecuadamente hay que esperar a que ésta debidamente lubricada y comenzar a introducir el pene o los dedos de forma paulatina, sin brusquedad, para que la musculatura se relaje y las paredes vaginales se separen, adaptándose al tamaño del objeto que penetra.
El Perineo es una zona que se halla entre el ano y la fosa navicular. Tiene muchas terminaciones nerviosas y también es muy reactiva a la estimulación. Su tamaño puede ser de entre uno o dos centímetros, aunque puede variar mucho de una mujer a otra y puede estar cubierta de vello.
El Ano
Al final del perineo y en la hendidura de la comisura entre los glúteos se encuentra el ano, que es el orificio del recto. Se encuentra rodeado de músculos que abren o cierran el esfínter para facilitar o dificultar la salida y entrada de excrementos o elementos extraños e impedir posibles infecciones. Estos músculos son los que si no se relajan, pueden provocar la causa del dolor durante el coito anal. Por eso es muy importante aprender a relajarlos y a acompasar los ritmos de penetración con la pareja. El recto es una zona muy enervada y con muchas terminaciones de vasos sanguíneos por lo que muchas mujeres obtienen mucho placer con su estimulación y encuentran muy placentera la penetración cuando está bien realizada.
Genitales internos
La vagina es un canal con una longitud inicial de unos 9 o 12 centímetros, cuyas paredes flexibles pasan de estar plegadas y juntas entre sí a crear un espacio que se adapta y acopla perfectamente a penes de distinto tamaño y también a la cabeza de un bebé, volviendo a replegarse una vez que queda vacía.
El primer tercio de la vagina se halla enervado, mientras que el resto lo está, pero mucho menos, de ahí que la mayor sensibilidad al placer esté en la primera parte del recorrido. Las paredes de la vagina están formadas por un tejido mucoso que posibilita el que la vagina esté constantemente húmeda y protegida de bacterias e irritaciones. El conducto de la vagina tiene un color rosáceo y delicado y su aspecto es rugoso, sobre todo durante la etapa fértil o mientras se producen una cierta cantidad de estrógenos. El grosor de las paredes y la rugosidad disminuyen durante la menopausia y es menor también hasta que la niña alcanza la pubertad.
El útero. En el fondo superior de la vagina asoma el cérvix o cuello del útero que, junto con la cavidad uterina o cuerpo del útero conforman este órgano con forma de pera.
El cérvix o cuello uterino es un conducto recubierto de mucosa de aspecto liso con un pequeñísimo orificio que se abre comunicando el útero con la vagina, permitiendo la entrada del esperma en el útero, la expulsión de la secreción menstrual al exterior y la expulsión del feto en el alumbramiento. Una de las explicaciones de que el orificio del cérvix sea tan pequeño es que impide al feto poder atravesarlo durante los meses de embarazo, aunque durante el parto se ensanche hasta dejar pasar el cuerpo del bebé. Otra posible función es la protección del útero de bacterias, ya que salvo los periodos de menstruación y ovulación, permanece ocluido.
Unido al cérvix en su parte superior se halla el cuerpo del útero que está suspendido del abdomen por 6 ligamentos. El cuerpo del útero, que es la cavidad en donde se alberga el feto y por lo tanto la que más cambia de tamaño durante el embarazo, se localiza por encima de la vejiga urinaria y delante del recto. En la zona de unión con el cérvix, el cuerpo uterino puede aparecer algo doblado hacia delante y tiene el doble de longitud el cuello uterino en los años fértiles. Las paredes del cuerpo uterino están rodeadas de músculos que al contraerse durante el parto facilitan la expulsión del bebé a través del cérvix y la vagina.
Las paredes del cérvix están recubiertas de unas glándulas que secretan un moco de consistencia espesa que tiene dos funciones distintas con relación al esperma. Por un lado, hasta que no se produce la ovulación, o liberación de un óvulo por los ovarios, este moco resulta impenetrable para él. Durante la fase de ovulación, la consistencia del moco varia con el objeto de que el esperma pueda penetrar y fertilizar el óvulo y entonces tiene la virtud de conservar el esperma vivo durante 48 o 72 horas. Debido a que el esperma alojado en el cuello uterino puede desplazarse hacia arriba para atravesar el cuerpo del útero y entrar en las trompas de Falopio, hay que tener en cuenta que el esperma de un coito realizado 24 o 48 horas antes de la ovulación puede fertilizar el óvulo; es decir, puede convertirse en un embarazo. Si a este hecho le añadimos la irregularidad de muchas mujeres en la frecuencia de ovulación, las posibilidades de embarazo se multiplican, siendo más difícil el cálculo y más arriesgada la práctica del coito sin medidas anticonceptivas.
Cada 28 días, aproximadamente, tiene lugar la menstruación que es el desprendimiento de gran parte del endometrio, o tejido que recubre las paredes del cuerpo del útero. Hasta alcanzar la ovulación, el tapiz que recubre el cuerpo del útero (endometrio) aumenta de grosor debido a un proceso hormonal cuya función es preparar el útero para un posible alojamiento del feto en sus paredes. Este proceso que es cíclico se suspende durante nueve meses, aproximadamente, una vez que tiene lugar la fertilización del óvulo y el alojamiento en el útero.
Las trompas de falopio, situadas a ambos lados del cuerpo uterino, albergan los ovarios en cuyos foliculos se produce el desarrollo de los óvulos. Estos son expulsados cuando se produce la ovulación, o maduración del óvulo. Es en este momento cuando se puede producir la fecundación y el cigoto se desarrolla en varios días a la fase de mórula, después pasa a la fase de blástula y por fin ésta se instala en el útero al final de la primera semana de fecundación. A partir de ahí comienza el crecimiento del feto.
Punto G
El famoso punto "G", así llamado porque el ginecólogo alemán Ernest Gräfenberg fue el primero que localizó su existencia en 1960, es y ha sido motivo de posturas enfrentadas en el ámbito de la ciencia. No todos los interesados parecen ponerse de acuerdo en su existencia.
Sin embargo, ya hay muchos estudios que avalan la existencia de dos fenómenos en la mujer. 1) la existencia de las glándulas parauretrales y conductos de Skene que podrían compararse con la próstata masculina. Estas glandulas que se corresponderían con el punto "G" están situadas en la uretra y pueden ser estimuladas desde la parte interna de la vagina.
2) la eyaculación femenina, demostrada en la aparición de altos niveles de PSA (antígeno prostático específico) en la orina postorgasmica, no presente en la preorgásmica.
Esta presencia parece confirmarse en un 75% de las mujeres analizadas y parece que no puede ser debida a otro fenómeno que la emisión de líquido procedente de las glándulas uretrales, parauretrales y de Skene.
Este fluido glandular puede ser expulsado durante el orgasmo si las contracciones de la musculatura vaginal son suficientemente intensas o bien, es posteriormente arrastrado por la orina y puede ser detectable. Sin embargo, no todas las mujeres son conscientes de esta eyección, ni en todos los casos la cantidad de fluido orgásmico es la misma. Esto dependerá de la dirección de la eyección y de la cantidad.
Por lo tanto, según estos estudios, lo que parece seguro es que todas las mujeres eyaculan y lo que las diferencia es la percepción subjetiva de esa eyaculación.
No obstante, quedan muchas cuestiones por contestar, tales como si una mayor emisión de fluido se corresponde con una estructura glandular mayor. Tampoco se conoce si el incremento de PSA puede acontecer como consecuencia de la excitación o es necesario alcanzar el orgasmo.
Otro dato por estudiar es el relativo a la existencia de una mayor incidencia de mujeres que padecen cistitis entre aquellas que manifiestan tener eyaculación, lo que podría estar unido a una estructura glandular mayor.
La estimulación del punto "G" se ha de realizar desde la pared anterior de la vagina en la zona que señala en dibujo. Se habrá de lograr identificar el área de estimulación y después acompasar el ritmo de estimulación a la respuesta de cada mujer. Permitirán un orgasmo más rápido aunque las sensaciones no son tan intensas como las que se producen con la estimulación del clítoris, pero se pueden hacer de forma simultánea. Cuando se trate de estimular con la penetración del pene, es más fácil conseguir acceder al punto G si la mujer es penetrada por detrás o está encima del hombre.
©Lola Salinas