Acomodar, ajustar algo a otra cosa. Acomodarse, avenirse a diversas circunstancias, condiciones, etc.
La adaptación es la habilidad para interactuar con los distintos entornos en los que nos movemos, sin dejar de ser nosotros mismos pero logrando aprovechar nuestros propios recursos (intelectuales, emocionales, sociales) al tiempo que disfrutamos y nos beneficiamos de los recursos del entorno.
La adaptación no es dejar nuestra personalidad al margen, muy al contrario, significa tomar conciencia de lo que necesitamos usar de nuestra personalidad en esas circunstancias específicas.
En las relaciones sexuales, la adaptación significa estar atentos al momento y las circunstancias en las que estamos inmersos y orientarnos a la satisfacción en ese contexto: cómo es el lugar donde nos hallamos, de qué tiempo disponemos, qué recursos (música, bañera, cremas, juguetes, calor, etc) tenemos para desarrollar nuestras relaciones sexuales, cómo es nuestra pareja sexual, cómo nos encontramos ese día (cansados, alegres, pacíficos, juguetones, amorosos, creativos, afectivos, apasionados, curiosos...) ... y qué podemos hacer para satisfacer nuestro deseo sexual en ese contexto.