Conocernos y conocer a los demás, supone una fuente riquísima de placer y de seguridad cuando actuamos; de tranquilidad cuando algo no funciona; de mejora de la autoestima; de facilidad para las relaciones; de entender nuestros mecanismos de reacción; de comprender situaciones complejas o difíciles y poder resolverlas.
Generalmente, la creencia de que lo sabemos todo, hace que padezcamos más nuestra ignorancia. A veces, aunque seamos conscientes de que ignoramos algo, nos da vergüenza preguntar o hablar de ciertos temas, otras veces nos da pereza buscar las fuentes de información y realizar la actividad de pensar y relacionar. En ocasiones no sabemos cómo hacerlo.
Para conocer, es necesario actuar desde el desconocimiento. Para ampliar el conocimiento, es necesario actuar desde la búsqueda y el interés por la profundización en los fenómenos que acontecen en nuestro entorno, en nosotros mismos.
Muchas personas creemos que tenemos suficiente conocimiento sobre un tema porque hemos accedido a algunas fuentes de información y en nuestro medio habitual de relación con los demás no se ha puesto de manifiesto ninguna carencia. Sin embargo, es probable que en otro ambiente, con otras personas, nuestra información se quedara anticuada o fuera limitada o incluso errónea conforme a nuevos datos, perspectivas y hallazgos en un campo concreto.
Esto es así en casi todos los campos, aunque en menor medida en aquellos en los que somos especialistas que generalmente tienen mucho que ver con nuestra profesión o nuestros intereses personales muy desarrollados. No obstante, incluso en éstos últimos, siempre habrá personas que estén más al día de nuevas teorías o nuevas conclusiones o nuevos sistemas, etc., a cuya información no hemos accedido por falta de tiempo, por falta de herramientas o de medios.
Por supuesto que no estar al tanto de todo, no impide que ejerzamos nuestra profesión o nuestra actividad de ocio con una relativa y responsable actitud y dedicación, pero en la medida en que esté a nuestro alcance hemos de considerar que la actualización y ampliación del conocimiento es una responsabilidad personal para estar en mejores condiciones de ejercer.
Información y conocimiento
Además, la información por sí misma no nos coloca en posición de conocer más. El conocimiento es un proceso un poco más complejo que requiere de la actividad de relacionar distintos datos de esa información, de forma coherente y correcta. En el terreno de la sexualidad sucede otro tanto de lo mismo.
Yo puedo tener información sobre los tipos de enfermedades de transmisión sexual, pero no conocer qué son, cómo se producen, cómo afectan al individuo, cómo conviene reaccionar ante ellas, etc. Es decir, no tendré cubierto ese área de conocimiento, aunque disponga de cierta información.
Por más que tenga información sobre las distintas posturas, las distintas vías por las que una mujer llega al orgasmo, la existencia del punto "G", de qué partes está integrado mi pene, etc., es probable que no tenga un correcto conocimiento sobre la sexualidad. Es probable que no sepa cómo reacciona el organismo ante un estímulo externo o una imagen creada en mi mente; es posible que no sepa qué elementos no orgánicos ni biológicos interactúan cuando siento deseo de gratificación sexual...
©Lola Salinas